LA AVENIDA

Yo estaba en aquel carro rojo que había apenas comprado esa chica linda que cantaba, la música era fuerte y la velocidad intensa, yo no estoy acostumbrado a esas avenidas de 8 carriles de USA, tenía valor pero sentía cierto temblor, la nena hermosa no dejaba de hablar, tenía yo dos radios prendidos a mi alrededor y lo cierto es que no quería escuchar ninguno, mis ojos se concentraban en la carretera, a diferencia de los de ella, cuando se escuchó un disparo de escopeta durísimo y los dos nos miramos con las pupilas engrandecidas, al instante un pato gigantesco cayó sobre el vidrio frontal, el parabrisas. El freno más el cabrillaso hacia el lado izquierdo fue extenuante, la velocidad hizo que el automóvil acabado de sacar del horno se patinara y saltara de mi lado dando unas dos vueltas en el aire, menos mal llevabamos puestos los cinturones de seguridad, el auto afortunadamente aterrizó sobre sus cuatro ruedas y dió otro par de vueltas un poco más despacio, recuerdo que cuando íbamos en el aire nuestras manos se chocaron y entrelazaron; acabado el impacto revisamos nuestros cuerpos y solamente las cortadas habían sido inevitables, el pato seguía pegado al vidrio destrozado y lleno de sangre que ahora entraba al auto, salimos a la carrera y fuimos hacia un lado de la via mientras veiamos como los autos que venían detrás paraban y ya casi todos se bajaban a ayudarnos, la chica me abrazó fuertemente y empezó a llorar, yo solo me abracé fuertemente a ella y la empecé a consolar; no se si fue buena o mala suerte, no la considero tan mala pues la caida fue exacta, si hubiera sido al reves yo no estaría contando esta historia, la escena final fue esa, un abrazo como de un reencuentro de un viejo amor, y gente corriendo hacia nosotros, el auto en la mitad de la pista vuelto nada y una experiencia que tal vez ninguno puede imaginar, espero luego suceda un vuelco inesperado más lleno de elegancia que de acción.