GIROS

Este hombre caminaba por la acera, fumando su tercer cigarrillo pielroja de la mañana, el sol golpeaba su sombrero y el viento llevaba el humo que expiraba hacia unas señoras que lo miraban atraídas por su  aspecto, pero algo aturdidas con la nube que cargaba. Casi llegando a la esquina un niño lo golpeó con su pelota plástica, el hombre la piso para pararla y entregársela, se puso el bodoque entre los labios, se agachó y la puso entre sus manos mientras lo miraba sonriente, el chico le sonrío de vuelta y en ese mismo instante se escuchó el sonido de una madre llamando a su hijo -Everardooooo- el hombre volteó a mirar el lugar del que salía la voz y una mujer hermosa se quedó con la mano levantada dándole las gracias, el hombre se paró, levantó su sombrero y la saludó, pero cuando volteó su cabeza para ver al niño, se dio cuenta que ya no estaba allí, había desaparecido, el hombre tuvo uno de esos golpes al corazón que asustan, miro hacia el lugar en donde estaba la bella mujer y resultó que ella tampoco estaba. Se quedó paralizado, con sus ojos bien abiertos y su pielroja en la boca todavía, preguntándose por lo que había pasado. Allí en la esquina, con el sol en su sombrero y el viento en su cigarrillo, nadie más en la calle, solamente él y su destino, aquel destino que en ese mismo momento le pedía que diera la vuelta, que diera un giro, porque tenía algo más por hacer en su vida, lo esperaba algo muy importante. Entonces cuando dio la vuelta en la esquina comprendió que esa visión era un suceso que iba a cambiarle la vida, pero también que la vida está llena de esos giros, y por eso siguió caminando.